Se trata de un desafío real para la Isla poder mejorar su entorno social y económico

Tras la reciente publicación del US News World Report que indica que —según los datos del Censo sobre la comunidad estadounidense de 2019— la ciudad de San Juan, en Puerto Rico, es la más desigual en término de ingresos, se revive el tema de la inequidad social que afecta la economía y calidad de vida de los puertorriqueños.

Aunque el economista Joaquín Villamil resaltó que la encuesta no explica su metodología —por lo que no le brinda completa credibilidad a la publicación— indicó que la desigualdad en la Isla es un problema real que hay que atender para mejorar el entorno social y económico.

“Este tipo de artículo le hace mucho daño a Puerto Rico y el País tiene que reaccionar ante el alto nivel de desigualdad que existe. No hay duda de eso, pero no nos podemos comparar con estados como New York o Detroit, porque son ciudades distintas y nosotros una Isla”, dijo Villamil.

Según datos del Banco Mundial, Puerto Rico tiene un coeficiente de .59 en el índice de Gini —escala que clasifica la desigualdad de ingresos—, seguido por Atlanta (.57), Miami (.57), Nueva Orleans (.56) y Nueva York (.55). Las grandes ciudades en el otro extremo del espectro —las menos desiguales— incluyen a Santa Ana, California (.4); Virginia Beach, Virginia (.42); y Columbus, Ohio (.44). El índice de uso común utiliza una escala de 0-1, donde 0 es igual a la perfecta igualdad y 1 es igual a la perfecta desigualdad.

“El problema de Puerto Rico es muy serio e impacta a la población de muchas maneras, porque las personas no han podido mejorar su situación económica con la falta de acceso a la educación y servicios de salud. Los economistas medimos el nivel de pobreza y desigualdad, pero a esto hay que sumarle el problema de la movilidad social. Cuando no hay esta movilidad, no hay esperanza de que mis hijos vayan a estar mejor, ni yo al final de mi vida útil”, comentó Villamil.

La falta de infraestructura social efectiva es otro de los factores que el economista identifica como obstáculo al crecimiento de la economía, a las oportunidades de empleo y al alcance de un sistema educativo de calidad que propicie mejores niveles salariales.

“Tenemos programas federales de desempleo y nutrición que resuelven un poco el problema de pobreza, pero no hacen nada para preparar a las personas para niveles altos de productividad. No sólo se necesita una buena infraestructura física, también hay que diseñar programas para la subsistencia que ayuden a que tengamos una mejor condición económica y social”, señaló Villamil.

Por su parte, el economista y director de política pública del Centro para una Nueva Economía (CNE), Sergio Marxuach, opinó que la desigualdad de ingreso es una situación que está experimentando Puerto Rico hace mucho tiempo, por lo que se lleva estudiando desde hace décadas.

“La desigualdad en San Juan no es noticia, está en toda la Isla. Tenemos lugares como Condado y áreas como Barrio Obrero, donde es palpable la pobreza. Las ciudades desiguales tienden a tener el peor crecimiento en indicadores de salud y acceso educativo de calidad. Hay más crimen, embarazos en adolescentes y deserción escolar, factores que se manifiestan a largo plazo”, dijo Marxuach.

Estas situaciones desalientan a la población, porque entiende que no importa lo que la gente se esfuerce, no logrará salir adelante ni de los niveles de pobreza.

“Todo esto trae la migración hacia Estados Unidos. Los políticos mencionan este tema muy poco. Ninguna administración ha hecho nada significativo para atajar la desigualdad de ingreso”, apuntó Marxuach.

Los datos más recientes del Censo también indican que la pandemia del Covid-19 está acelerando las disparidades de los EE.UU. de muchas maneras, ya que tanto el virus como las consecuencias económicas continúan impactando desproporcionadamente a las comunidades.

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