EL ÉXODO DE NUESTRA ESPERANZA

por Jose E. Enrique Fernandez

Puerto Rico enfrenta una crisis que va más allá de la deuda o de los desastres naturales. Es una crisis que me duele en el alma, porque se nos está yendo el corazón mismo de nuestra tierra: su gente.

Entre el 2010 y el 2020 la población de Puerto Rico se redujo en unos 439,915 puertorriqueños, casi el 12% de la población. Según la demógrafa Judith Rodríguez Figueroa, esta emigración masiva, junto a la baja en la taza de natalidad, ha causado un desequilibrio en la estructura de edad entre los habitantes. En las últimas 2 décadas el total de personas de 29 años o menos disminuyó por 802,000, mientras que los mayores de 65 años vieron un incremento de 269,000 personas.

¿POR QUÉ SE VAN?

Detrás de estas cifras hay rostros, historias, sueños y esperanzas. No se trata sólo de números, se trata de generaciones de talento que podrían haber sido pilares en la reconstrucción y progreso de nuestra isla. Una nación no se construye solo con ladrillos y cemento, sino con el trabajo duro y la determinación de su gente. Pero, ¿cómo pedirles a nuestros jóvenes que se queden cuando el empleo y los salarios justos cada vez son menos?

 

EL AMOR A NUESTRA ISLA NO LLENA ESTÓMAGOS, NI PAGA FACTURAS.

Duele ver cómo nuestros profesionales, artistas, trabajadores, y soñadores deciden partir en busca de un mejor futuro. Y lo más preocupante es que no sólo perdemos potencial humano, sino que dejamos atrás a los más necesitados y a nuestros ancianos. Aquellos que dieron su vida por construir un Puerto Rico próspero, ahora enfrentan la incertidumbre de un sistema de retiro en ruinas, sin la red de apoyo de las nuevas generaciones.

¡ES HORA DE UN CAMBIO!

No podemos permitir que la fuga de cerebros continúe al ritmo que va. Es nuestro deber, tanto del gobierno como del sector privado, crear un ambiente propicio para el desarrollo, con oportunidades laborales que sean competitivas y atractivas. Puerto Rico debe ser un lugar donde nuestros jóvenes quieran quedarse, trabajar y construir sus vidas. Es importante que se tomen medidas audaces para invertir en educación, en agricultura, en infraestructura y, sobre todo, en nuestra gente.

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